Tomar la decisión de adoptar a un perro es ser una persona valiente, atrevida, sensata y con valores, capaz de darle el valor necesario para aceptar que la vida te va a cambiar y casi siempre para mejor.
Cuando compras un perro, el propio gasto o dinero invertido ya le da un valor a esa acción, pero es un valor monetario solamente. El perro en sí es el mismo, comen lo mismo, duermen las mismas horas, dan el mismo cariño y se comunican de la misma forma.
Cuando adoptas un perro el valor es mayor, porque no es un valor económico, sino un valor de compromiso. El perro en sí es el mismo, pero cuando lo adoptas, “lo liberas” para darle una calidad de vida y eso ellos lo agradecen eternamente. Eso, eso es de buenas personas.